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17 de septiembre de 2016

MONASTERIO DE MORERUELA (Zamora)








                                       
         “Uno de los primeros monasterios cistercienses edificados en la Península Ibérica.”

Historia
Fue a finales del siglo XI cuando la orden de los cluniacenses estaba en franca decadencia. Por ello, un  abad francés llamado Roberto de Molesmes decide fundar una nueva orden monástica católica reformada de la que, posteriormente, surgiría el Cister cuya filosofía era llevar una vida más austera que huyera de la suntuosidad, siempre decadente, para dedicarse a la oración y al trabajo.
Muy pronto, ese estilo de vida va calando en toda Europa contribuyendo a ello San Bernardo de Claraval. En España, en pleno fragor de expansión monástica, ya a mediados del siglo XII, se inicia la construcción de un monasterio por mediación de Ponce de Cabrera, que mandado por el Rey Alfonso VII, dona la villa de Moreruela a unos monjes los que, inmediatamente, se verían atraídos por las ideas de San Roberto y San Bernardo por lo que colgaron los hábitos  cluniacenses negros por los blancos de la orden del Cister, cambiando también la advocación de Santiago por la de María. Así se constituye el Monasterio de Santa María de Moreruela.
A partir de ese momento, la orden va ganando adeptos y recibe donaciones, ingresos económicos de reyes, nobles e incluso de campesinos, lo cual permitió realizar las sucesivas obras que se irían construyendo a lo largo de los siglos.
La iglesia y el claustro datan del siglo XII pero el monasterio tal y como era, fue remodelado en el siglo XVII. La decoración del edificio es escasa aunque se nota la transición del románico al gótico en algunos adornos florales y en la bóveda de crucería.
La vida de sus moradores
Los monjes blancos, así se les llamaba, acogían a los peregrinos que recorrían la Vía de la Plata en busca del Camino de Santiago, dándoles alivio, cobijo y descanso.
Entre los siglos XVI y XVII se levantó la Hospedería del Monasterio que además contaba con un hospital. Junto a la Hospedería se levantó un claustro al que se accedía por varias puertas. En una de ellas, en la puerta norte, se pueden ver algunas conchas evocadoras del Camino de Santiago.
Lo más espectacular, pese a todo lo imaginado, es la Iglesia y la Sala Capitular, los espacios donde se desarrollaban las actividades más importantes de los monjes. La Iglesia era el lugar de mayor importancia ya que a ella acudían los monjes,  siete veces al día,  para rezar. Aunque la iglesia tenía un marcado estilo románico tiene algún adorno del nuevo estilo que iba imperando, el gótico. La cabecera del templo es la parte más antigua del monasterio, del siglo XII. La capilla mayor se sustenta por ocho columnas muy esbeltas. El ábside es semicircular de donde parten seis absidiolos y en cada uno de ellos existía un altar. No sobraba ninguno de ellos pues eran muchos los benefactores de la orden fallecidos por lo que todos los días se decían misas y la orden no permitía celebrar más de dos en el mismo altar. 
Las bóvedas son de estilo gótico, con ojivas y algunos capiteles e imostolas estaban decorados con motivos vegetales.
Desde el exterior se divisa una extraordinaria vista de la cabecera, apreciándose con detalle la armoniosa superposición de niveles de los distintos motivos ornamentales entre los que llaman la atención los pequeños símbolos y marcas que iban dejando los canteros a medida que trabajaban la piedra. Era la forma de imprimir su firma, dejar su impronta.
Para bajar a la iglesia los monjes bajaban por una escalera que se comunicaba con sus aposentos. Frente a la escalera se hallaba la sacristía y frente a ésta la puerta que conducía al cementerio. En el lado opuesto a la cabecera se encontraba la puerta del pueblo que daba a una torre semicircular y a la puerta de conversos, por donde se accedía para realizar sus tareas. Era el ala de conversos. Éstos iban atraídos, bien por vocación o bien por un plato de comida y techo y realizaban las tareas más mundanas como la atención del ganado y de la granja. Se cree que había una reja en la mitad de la nave central  que dividía, para separarlos, a los monjes del pueblo.
Desde la iglesia se pasa a la sala capitular y al claustro. Estas dos estancias se encontraban orientados al norte por eso era la parte más fría del monasterio. En verano los monjes se paseaban por allí mientras rezaban sus oraciones o se sentaban en los bancos distribuidos por el recinto.
Era costumbre que se leyera en presencia del Abad, diariamente, los capítulos de la Regla, se discutían cuestiones referidas al monasterio o se hacían confesiones públicas. Todo ello era seguido con mucho respeto, a través de las  ventanas, por los conversos.
Sólo podían ser enterrados en el monasterio los abades y algún benefactor de la orden. Ello suponía todo un privilegio.
Destacaba el sistema de canalización que circulaba por todo el monasterio que vertía a un desagüe subterráneo parecido al que utilizaban en ciudades tan importantes como Dubrovnik en Croacia o La Valetta en Malta.
Había otras muchas dependencias, una de las más importantes era el locutorio donde el prior repartía cada día las tareas que cada monje debía realizar. Había también una estancia pequeña donde, se supone, se recluía a los monjes indisciplinados.  En otra sala había un pasaje por donde  se accedía a la huerta y allí era donde se limpiaba y engrasaba el calzado y también se cortaba el pelo. De este recinto se partía a la bodega, muy alargada, para que cupiera el lagar donde se hacían deliciosos vinos. Hay que decir que los monjes eran autosuficientes. No tenían necesidad de comprar nada.
La visita al monasterio se termina en el ala de los novicios, la cual pertenece al siglo XVII. Aquí pasaban gran parte del día los novicios, los que pretendían entrar en la orden.
En 1931, el Monasterio de Moreruela es declarado Monumento Nacional.

Datos de interés:
El monasterio de Moreruela, situado cerca de la Vía romana de la Plata, se encuentra cerca del río Esla, en la finca de la Guadaña, enclavada en el término municipal de la Granja de Moreruela en la provincia de Zamora (Castilla y León, España).
Los límites naturales de la zona son: al Norte, Breto y Riego del Camino; al Sur las Lagunas de Villafafila y al Oeste el río Esla. La comarca limita con el Valle de Vidriales y la Corona de Manganeses de la Polvorosa, zonas de abundantes vestigios asturianos, visigodos y tardorromanos. Al Noroeste, Sanabria, con el monasterio de San Martín de Castañeda. No lejos del monasterio, a unos seis kilómetros, se encuentran las ruinas medievales del castillo de Castrotorafe.
El valle dónde se encuentra ubicado el monasterio es fértil con gran abundancia de agua, al estar próximo al río Esla, y los terrenos que lo circundaban en otro tiempo eran pantanosos.

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